El viaje más largo jamás contado (o ¿Qué más puede pasar?)



Pocas veces en la vida de una persona se dan las casualidades necesarias para considerar una vivencia personal como digna de una película o algo increíblemente increíble. Ahora puedo decir que tengo una de esas. Juzguen ustedes si llevo razón observando los hechos que acaecieron sobre mi persona hace poco tiempo, en un trayecto que me llevaría a conocer los misterios más oscuros del transporte aéreo.


Nota 1: Todos los acontecimientos aquí relatados son completamente ciertos, aunque parezcan extremadamente extraños.
Nota 2: En esta historia aparecerán tres compañías aéreas de las cuales deseo mantener sus nombres en el anonimato ya que hay una reclamación de por medio. A efectos prácticos las llamaremos Lefatensa, AirGabache y Avionot (esta última es rusa).

Día 29 de enero de 2010 – “Prometedores comienzos”
11:30h – Facultad de Ciencias. Recibo una llamaba de Alla, que está en Rusia. Me dice que tiene unos días de vacaciones entre febrero y marzo para elegir y que si quiero ir a verla. Mientras se me ilumina la cara y caen lágrimas de mis mejillas le digo que elija el final de febrero y principios de marzo, así aprovecho más. En cuanto los elige busco billete de avión, por si se acaban y me toca llorar como la Zarzamora. Compro mi billete con Lefatensa, Madrid-Munich y Munich-San Petersburgo del 25 de febrero al 7 de marzo. Soy feliz. Hablo con Alla y me dice que soy tonto por no haber cogido un vuelo directo de una compañía rusa. Qué más dará.

Día 5 de febrero de 2010
12:00h – Tengo que sacar el visado para Rusia. Tengo experiencia. Tengo papeles preparados, un correo certificado y dinero para el pago (lo realmente importante es esto último). Reservo el billete de autobús Granada-Madrid con tiempo de antelación para recoger el visado e ir tranquilito. Claro, salgo a las 12:20 del día 25 desde Madrid. Nada, autobús de las 1:30 de la mañana y duermo en el trayecto. Me encanta cuando los planes salen bien.

Día 22 de febrero de 2010, lunes – “El inicio del caos”
11:00h – Estoy nervioso porque se acerca el inicio del viaje. Qué ilu, jo. Abro el ’20 minutos’ para ver quien insulta a Fernando Alonso y alguna que otra noticia del tipo ‘gato con tres patas abre harem multirracial”. Encuentro noticia que me deja ojiplático: huelga de pilotos de Lefatensa hace peligrar vuelos. Non me jodas carallo. Miro los vuelos suspendidos. Premio para el caballero. Munich-San Petersburgo se ha ido de Champions y me ha dejado el culete al aire.
11:35h – Llamo a la compañía. Todas las líneas están ocupadas.
11:40h – Llamo a la compañía. Todas las líneas están ocupadas.
11:45h – Llamo a la compañía. Todas las líneas están ocupadas.
12:00h – Llamo a la compañía. Todas las líneas están ocupadas.
13:00h – Llamo a la compañía. Alguien lo coje. Me asusto un poco porque no me lo esperaba. Oye mira, que qué pasa. Pues que te quedas en casa, te doy el dinero y todo. No, no, búscame algo. A ver, tengo un vuelo de AirGabache que ni la falda de Lola Flores, tú. Venga vale. ¿Cuándo salgo? El 26. ¿El 26? Sí, el 26. ¿Ha dicho el 26? Sí, el 26. Un 2 y un 6, ¿no? Que síiiiiiii.
14:00h – Me llega el correo de confirmación de reserva para el día 25. Me acuerdo de la familia entera del bastardo que me atendió anteriormente.
16:00h – Cambio los billetes de bus. Salgo un día antes y me quedo en Madrid en casa de mi amiga Cristina.

Día 23 de febrero de 2010, martes
12:00h – Problema: no hay tiempo material para recoger el visado. Pablo me intimida con su dedo afirmando que él ya lo tendría todo atado. Además de quitarle la casa a Cristina le robo parte de su tiempo para que lo recoja ella. Al visado, no a Pablo.
14:00h – Me doy cuenta de que me voy mañana. Me agobio
16:00h – Preparo abrigos para el frío ruso. El otro día 27 bajo cero. Olé.
00:00h – Me acuesto pero no duermo mucho. Primeras horas de sueño perdidas.

Día 24 de febrero de 2010, miércoles
11:00h – Me llama Edu para preguntarme cómo se baja ‘Lost’. Me da envidia y lo bajo yo también. En algún momento lo vería.
16:00h – Camino Soria. Digoo, Madrid.
18:30h – Parada en Almuradiel. Hace un frío que hace temblar las hojas que ya no existen. Pienso que si en La Mancha tengo frío, en Rusia voy a sudar cubitos de hielo.
19:00h – Le digo a Cristina que llego a las 20:00h.
20:00h – Cristina me llama. Estoy alelao, llego a la 21h no a las 20h. Cristina me consuela diciendo que no soy único, que MariCarmen está en Madrid en un hostal para el cual tenía una reserva hecha… para el mes siguiente. Físicos. Somos así.
22:10h – Cristina me dice ahora que hay huelga de controladores en el aeropuerto Charles de Gaulle parisino. Tengo una sensación de acojone inmensa y una impresión de que me la van a meter doblada. Miro en Internet y todo está bien. Salimos de tapas por Madrid. No quiero liarme mucho. Pero hay buen rollo y al final nos recogemos a las 2 de la mañana y con ganas de más.

Día 25 de febrero de 2010, jueves – “Camino al infierno”
2:40h – Me acuesto. Dentro de dos horas de pie. Segunda tanda de horas de sueño perdidas.
5:00h – Arriba. Bajo y cojo un taxi. Un tío de Huelva de conductor y yo al lado. Conversación asegurada y risas madrugadoras.
6:00h – He facturado y espero el embarque. Todo en hora. Salimos a las 7:15. Qué bien huelen las flores del campo.
7:15h – Estamos todos dentro del avión. El azafato tiene una sonrisa demasiado falsa. Si tuviera que apostar por uno que me la quiere meter doblada sería por él.
7:30h – El azafato ha cogido un descuido y lo ha hecho. Mi mente está densa y sólo acierta a entender ‘huelga’ y ‘retraso’. Uno las dos palabras en la oración ‘esos retrasados de la huelga’ pero creo que no se refería a eso.
8:00h – Parece que se mueve el avión. Falsa alarma. Son mis piernas que tienen vida propia.
8:10h – Ahora salimos. En el fondo estoy tranquilo, el vuelo París-San Petersburgo es a las 10:05h y seguro que tienen el mismo retraso que el de Madrid.
10:25h – Llego a París. El retraso lo que tenía el cabrón que hizo salir a su hora el avión a San Petersburgo.
10:30h – Voy al mostrador de AirGabache. Dicen que tengo un vuelo a las 13h pero que lo haga en otra Terminal que en esta no quieren (sic).
10:45h – Voy a la Terminal que me han dicho. Una señorita igual que la madre de Carlton en el Príncipe de Bel Air me dice que en el vuelo de las 13h no, que no se puede. No se, algo habré hecho.
11:05h – Me ha buscado un vuelo guay, dice. Te vas a ir a Moscú. Y luego para San Petersburgo tomas este avión de Avionot. Me da una tarjeta de embarque para Moscú a las 16h y un papelito escrito a mano con el número de vuelo del avión en Moscú. Ni Terminal, ni puerta de embarque, nada. Le pregunto que si se trata de una gymkhana para averiguar de dónde sale el avión o algo. Por mi cara de pena me da un ticket para un sándwich y un refresco. Creo que es el premio de consolación de la gymkhana. Llamo a Alla y me dice que soy tonto y que me lo merezco. No, si ya verás que me deja por esto.
12:00h – Doy vueltas por el aeropuerto. Es grande del copón. Pero estoy decepcionado: no he visto la torre Eiffel por ningún lado. Seguro que también está de huelga.
12:20h - Me doy cuenta de que no le he preguntado acerca de mi equipaje. Vuelvo al mostrador. Me pregunta que si Moscú y San Petersburgo están en el mismo país. Cada vez estoy más seguro de que se trata de un concurso chorra y en cualquier momento me van a decir que diga una serie de cuatro letras o el nombre de un animal de pelo corto.
12:25h - Menos mal que he preguntado. Ahora me dice que tengo que volver a coger mi equipaje y volver a facturar en Moscú en el vuelo de las 23:05
13:00h – Me como el cupón sorpresa. Bueno, lo canjeo y luego me como lo que me dan.
13:20h - Me dan ardores.
14:00h – Me pongo a ver el último capítulo de Lost. ¡Ostias! ¡Un faro! ¿Y por qué Claire tiene más mala leche que el vietnamita de Desaparecido en Combate III? .
16:00h – A esta hora debería estar en San Petersburgo. Pero bueno, llegaré a media noche.
16:35h – Hora oficial de embarque. Pasa una mata de hierba rodante como en las pelis del oeste. Parece que lo vamos a conseguir.
17:00h – Ya no me sorprende nada. Media hora de retraso.

--- Cambio de hora GMT+3 ---

22:00h – Llegamos a Moscú.
22:15h – Control de pasaportes.
22:25h – Recojo mi equipaje (idea fabulosa de esta gente para ganar tiempo). Queda apenas media hora para que salga el otro vuelo y tengo que facturar y embarcar. Salgo a la Terminal y busco el logo de Avionot en algún lado para preguntarles qué hacer. No hay nada. Mi cara de despiste momentáneo fue olido por hordas de taxistas queriéndote enseñar hasta el antojo de nacimiento de Lenin.
22:30h – Ventanilla de información general del aeropuerto. La única abierta. Pregunta 1: ¿Qué hago con esto? Respuesta 1: ¿Dónde vas? ¿San Petersburgo? Eso es Terminal D, vuelos interiores. Pregunta 2: ¿Y dónde está la Terminal D? Respuesta 2: A un par de kilómetros. Puedo oír en mi cabeza el sonido de la nieve afuera y de los 10 grados bajo cero.
22:35h – El autobús tarda un rato en salir. Lo intento con los taxistas. Tarifa mínima oficial 50€. Le pregunto si por ese precio incluye el completo o sólo francés, pero no me ha entendido. Le digo que sólo tengo 10€ que soy estudiante y que pillé la sífilis en Damasco. Dice que por 20 me lleva a la Luna, tontorrón. No puedo resistirme al poder del amor y a la enorme prisa que llevo y acepto.
22:45h – Llego a la Terminal D con la sensación de haber sido estafado. El tipo con el que acordé el precio me deja con otro y éste con otro que es el que conduce, que es clavado a D. Gerardo Pardo pero en ruso. No entiende una sola palabra de lo que hablo. Le pregunté si estaba muy lejos y me respondió: sí, sí, asintiendo con la cabeza. A la pregunta de si estaba cerca respondió también: sí, sí. Esa seguridad en el tipo que conducía me dejó mucho más tranquilo.
22:48h – Me acerco al mostrador de embarque y le enseño el simulacro de tarjeta que me había escrito mi amiga la de París. Subo la maleta a la cinta portaequipajes. La chica dice que la baje que ese vuelo ya ha cerrado el embarque y que además es en otra Terminal.
22:50h – Creo que la señorita se ha dado cuenta de que la vena de mi cuello ha empezado a engordar y el tic que se ha inicia en mi ojo izquierdo y me ha mandado a hablar con el departamento de venta de billetes. Intento recordar si llevo una escopeta en la mochila. No, no llevo ninguna. Una lástima. La imagen de Michael Douglas en 'Un día de furia' se va de mi mente.
22:53h – Les propongo un cambio de billete para el próximo avión de su compañía que salga desde esa Terminal para no tener que dar vueltas otra vez. La Sra. Doubtfire me dice que sí, que le de el ticket de compra o la tarjeta de embarque. Yo me río para mis adentros y le enseño mi cromo francés. Después se ríe ella. Eso no le sirve. Quiere el ticket. Yo le digo que tengo que estar en los ordenadores, que busque por la ‘p’ de ‘pringao’ que seguro que aparezco. Nada, que no quieren.
22:55h – Vale, llego a la conclusión de que la única solución es comprar un nuevo billete. De perdidos al río for the power of love. Venga toma la tarjeta Oro y un billete a San Petersburgo en el próximo vuelo. Doña Croqueta me confirma lo que acabo de comprar: un billete para el avión de las 6:45h. Todos los vuelos nocturnos están cerrados ya. Gracias a la vida, que me ha dado tanto. A la mujer parece que le he dado pena con mi cara del gato de Shrek y me ha buscado un billete barato.
23:10h – Llamo a Alla. No me ha dicho tonto. Me deja fijo.
23:45h – Me preparo para pasar la noche en el aeropuerto moscovita. Tercera tanda de horas de sueño perdidas. Al lado se sienta un chaval al que también se le ha escapado el avión a San Petersburgo. Sabe algunas palabras de inglés e iniciamos una conversación. Criticamos a las compañías aéreas durante un rato. Los males compartidos sientan mejor con una cerveza en la mano.

Día 26 de febrero de 2010, viernes
00:30h – Sasha (así se llama mi eventual compañero de viaje) pone una sonrisa picarona y me mira cada vez que pasan por delante un grupo de azafatas rusas. Acabo de encontrar al espécimen de Clemente local. Dijo algo en su idioma que yo traduje como ‘no puedo beber, no puedo beber’ por antropología comparada. Intenté darle la réplica a lo Pino con algo como: ‘no, que son feas, déjalo’. Pero la verdad es que no eran nada feas y le tuve que dar la razón unas cuantas veces.
1:50h – Mi amigo se va a fumar y sale a la calle en camiseta. Con dos gónadas enormes. Es la última vez que lo vi antes del embarque. Una señora me mira desde la distancia de tres filas de asientos. Me toco en todo el cuerpo por si tengo algo extraño o fuera de lugar que pueda llamar su atención. La señora mira con más interés. Creo que no ha sido buena idea el tocarse tanto.
2:30h – Un encargado de la limpieza encima de una enorme máquina está pasando cada vez más cerca. Le veo que empieza a mirarme raro. No le molesto, estoy bien.
2:35h – El de la máquina hace una aproximación repentina al lugar donde estoy y gira en el último instante. Vuelve la cabeza para que sepa que me vigila y que me tiene controlado. Ahora es cuestión personal.
2:45h – Mierda. El limpiador ha aprovechado un descuido mientras yo escribía estas líneas en mi asiento y ha metido la máquina en un hueco entre mi maleta y la pared. Mientras intento sacar el equipaje le lanzo una mirada de odio. El responde con un fugaz lanzamiento estrábico de ojos. Mi lucidez en estos momentos no es muy buena pero creo que este tipo es un psicópata y me ha elegido como víctima.
3:05h – Voy al servicio de la planta de abajo. Al salir oigo un ruido. ¡Dios, la máquina! Me sentía como el protagonista del ‘Diablo sobre ruedas’ de Spielberg. En un momento de descuido cogí el ascensor y lo abandoné en las profundidades.
4:20h – Paso el control de seguridad. Este control si que es chulo. La mochila al detector sin sacar nada y tú a pasar. Si te pita el cacharro no pasa nada, a lo mejor es que has comido mucho hierro.
4:45h – Intento no dormirme. Si echo una cabezada seguro que pierdo el vuelo. Me pongo a jugar al Indiana Jones and the Fate of Atlantis.
6:20h – Termino el Indiana Jones and the Fate of Atlantis. Afortunadamente el embarque ya está abierto y subo al avión.
7:50h – Llego al aeropuerto de San Petersburgo donde está Alla esperándome. Afortunadamente, esta Odisea de viaje ha llegado a su fin, y espero que me aguarden unos días inolvidables en la ciudad de los zares.

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Nombre ¿apropiado?





En algunas ocasiones nos encontramos con que el nombre que se le asigna a un producto o negocio es, digamos, poco apetecible para muchos clientes potenciales (atendamos a los casos conocidos del Pajero o mi preferido de un restaurante vietnamita en París). Pero el otro día saliendo del despacho me topé con el caso contrario en una tienda de alimentación (de chinos, por supuesto) en la que te dan ganas de entrar sólo por saber si hacen honor a su nombre y sales hinchado (leáse en modo andalú-granaíno) y satisfecho del local.  ¿O serán los dueños los que estarán de ese modo? El próximo paso de esta familia oriental sería abrir una cadena de restaurantes con nombres como 'Mui Jin Chao' o 'Jin Chao y Reven Tao'. ¡Seguro que me sacaba un abono VIP!

Actualización: Efectivamente ya existe un restaurante con este nombre en San Pedro de Alcántara, Marbella (¡Dónde si no!). A ver si los conocidos de por allí pueden acercarse y traernos testimonios fiables.

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La Laguna (M8)



Esta es una fotografía de la conocida como nebulosa de La Laguna (u objeto M8 según el catálogo Messier, o NGC6523 según el New General Catalogue) realizada el día 3 del pasado mes de agosto, en un paraje conocido como 'el Purche', en plena Sierra Nevada granadina. No es ni de lejos la mejor foto que podría sacarse de este objeto (ver ejemplos aquí, aquí, aquí o aquí) pero tiene el valor de haberla tomado uno mismo y en circunstancias no ideales. Más información pinchando en 'Artículo completo'.


La nebulosa de La Laguna es uno de los objetos estelares más hermosos para el aficionado astronómico. Su brillo y su apreciable tamaño lo hace presa fácil incluso de los instrumentos más modestos. Básicamente es una enorme nube de gas interestelar (principalmente hidrógeno) que se puede encontrar dentro del área de Sagitario y que dista de nosotros unos 5000 años luz. La mayor parte de la misma se corresponde al tipo llamado de 'nebulosa de emisión' (las zonas más rojas de la imagen), lo que significa que en su interior hay un verdadero criadero de estrellas, muy jóvenes y con alta temperatura, que excitan el gas que tienen a su alrededor. La posterior desexcitación de esos átomos de gas da lugar a esa característica luz rojiza de las nebulosas de emisión. Pero también podemos observar otro tipo de nebulosa en ella. Las zonas oscuras que aparecen (como la ancha franja que le da nombre a la nebulosa) son del tipo 'absorción', porque no dejan pasar la luz que se origina tras ellas. El material de este tipo de zonas es polvo frío, sin excitar, que actúa de tapón óptico.

Como casi todos los objetos del espacio profundo, esta nebulosa revela su extraordinaria belleza a través de la fotografía, donde comienzan a aparecer los colores antes mencionados. La imagen que encabeza el artículo es el resultado de la suma de dos fotografías de 3 minutos cada una, realizadas sin autoguiado con una Canon 400D sin modificar a foco primario sobre un reflector Vixen de 130mm y f/5.5. La puesta en estación del telescopio no era perfecta (se acabó la batería del portátil momentos antes de llegar al óptimo :-S), así como tampoco era demasiado bueno el foco de la imagen. La unión se hizo a mano mediante Photoshop y retoque con el mismo software y PixInsight.



Objeto:            La Laguna (M8, NGC6523)
Tipo:                Nebulosa de emisión
Constelación:   Sagittarius
R.A.:                18h03m37s
Dec.:                -24º23'12''
Tamaño:          90x40 arcmin
Distancia:        5200ly
Mag. visual:     6.00

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Por nadie

...
La quieres, la necesitas.
Pero todavía no la crees,
cuando dice que vuestro amor ha muerto,
y piensas que aún te ama.

Y no ves nada en sus ojos,
ningún signo de amor tras sus lágrimas.
Y lloras por nadie,
por un amor que debería haber durado años.
...

(Traducción bastante libre de un fragmento de la canción 'For No One', del álbum 'Revolver' de 'The Beatles')

Por mucho que pase el tiempo, algunas cosas siempre están vigentes.

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De agua milagrosa y copos de nieve: el regreso del Dr. Emoto (y III)

En este último post de la serie (¡Aleluya! Como pensarán algunos) dedicada a las tesis del Dr. Emoto no podía dejar de hablar del programa que hizo que empezara a escribir sobre ello. El programa de Cuarto Milenio es una especie de 'baúl de la Piquer' donde cabe de todo. Desde apariciones fantasmales hasta conspiraciones históricas, pasando por extraterrestres, medicinas alternativas y otras variedades, eso sí, tratados todos desde esa óptica pseudocientífica y mística con la que envuelve Iker Jiménez todo lo que toca.

En el programa del 20 de julio de 2008 el presentador invitó a la tertulia del reportaje 'Las Fuentes del Corazón' a Goio Iturregui, un escritor autodefinido como "activista del agua y buscador" y que curiosamente había escrito un libro sobre el tema de la noche titulado, que casualidad, de la misma manera que el reportaje en cuestión (justamente el de la imagen de la derecha, espero que no me denuncien por ponerla en el blog). Uno hasta podría pensar que el Sr. Jiménez pretende publicitar un libro de un colega en su programa, en lugar de aportar 'luz y taquígrafos' al tema en cuestión. Pero no seré yo quien diga eso.

El caso es que en dicho programa se habló sobre la bondad de algunos manantiales que el Sr. Iturregui había visitado y cuya 'calidad' era demostrada por la bella cristalización del agua de dichos nacimientos, es decir, usando las teorías de Masaru Emoto. El cómo en pleno siglo XXI todavía hay gente dando publicidad a esas ideas tan poco contrastables, y lo que es peor, en una televisión importante, es para mí un absoluto misterio. Pero parte de ese misterio se desveló pocos segundos después al comprobar quién era uno de los coautores del libro. Efectivamente, el nombre de Masaru Emoto estaba en la portada de la obra para aportar 'credibilidad' al documento.

El Sr. Iturregui había viajado por toda la geografía española (y no recuerdo si también por parte del extanjero) en busca de manantiales cerca de lugares con 'apariciones y leyendas negras', y cuando se le preguntaba sobre los resultados de su 'investigación' en algunos lugares, respondía con un sincero: "se sentía lo que iba a salir". Genial, lo que hablamos del problema de no hacer el doble ciego y de la voluntad del experimentador elevado al máximo exponente. Aunque todavía le queda tiempo de dar otra patada al método científico cuando dice que 'más de la mitad de las medidas se desecharon'. ¿Por qué? ¿Eran feas? ¿No encajaban con las ideas preconcebidas que querían demostrar? Lo mejor de su intervención fue cuando se metió con la cloración del agua. 'En ninguna de las aguas cloradas han salido cristales tan fantásticos (sic) como en las de los manantiales', decía. Muy bien, Sr. Iturregui, clorar es malo, muy malo, y hace al agua menos bella y sana. Dígaselo usted a los millones de personas que mueren cada año por no tener acceso a cloración ni a purificación de las aguas para convertirlas en potables. Creo que estarán de acuerdo con su idea. Lo que más gracia me hizo fue cómo dijo que las aguas 'estructuradas' eran buenas para todo el mundo: "... para niños, ancianos y personas normales". No se como sentará eso a niños y ancianos :-D.

Otro de los invitados a la mesa de Iker Jiménez fue el periodista David Zurdo, quién traía resultados experimentales sobre la cristalización de algunas muestras de agua y que con todo su rigor científico había hecho en las instalaciones del CSIC. Buscando alguna publicación en la que pudieran constar los datos de esos experimentos me topé con que habían sido publicados en la revista Más Allá, en diciembre de 2006 (no preguntéis el índice de impacto ni por el área en la que está). El artículo no está completo en la red, pero por lo que allí pone, el experimento consistió en congelar 6 muestras de agua (del río Manzanares, del grifo de Madrid, agua mineral, agua destilada y agua con sal) con ayuda de hielo carbónico y fotografiar el resultado a través de un microscopio. La hipótesis que él quería mostrar era que los cristales de hielo surgían principalmente de las sales disueltas en el agua. Si no había sales disueltas, no habría cristales de hielo. Luego comprobó que no era así. Una simple búsqueda sobre el tema hubiera proporcionado a David Zurdo la respuesta que buscaba. Como ya vimos en el anterior post, el agua, por ser agua (H2O), forma cristales de hielo de diversas formas bajo unas determinadas condiciones. Las sales disueltas pueden cambiar los valores de algunos parámetros (punto de congelación, ebullición,...) y ayudar a la nucleación del cristal de hielo (el comienzo del crecimiento del copo gracias a una partícula). Este es el motivo por el que, por ejemplo, se arroja sal a algunas carreteras en los días de nevada y mucho frío: la sal baja el punto de congelación del agua, lo que permite que cuando se alcanzan temperaturas bajo cero el agua aún se mantenga en estado líquido y no forme hielo.
Aparte del tema de las sales, la intervención de David Zurdo no demostró nada, ni a favor ni en contra del tema que trataban. Pero los del programa hacían que pareciese todo lo contrario, que todo lo que decía ayudaba a reafirmar sus extravagantes teorías.

Ya metidos en el reportaje en sí, nos trasladaron a un laboratorio en el que iban a analizar una muestra de agua que había recogido el periodista. Pensé que iban a medir los parámetros físico-químicos del agua y relacionarlos con la calidad de la misma. Mi ingenuidad quedó patente cuando oí al director del laboratorio (Alberto Pérez Roldán) responder a la pregunta de cuáles eran los resultados del análisis de la muestra con la lacónica frase: "algo pasa, lo que más me está sorprendiendo es que algo pasa". Yo haré lo mismo cuando en un congreso me pregunten sobre los resultados de mi investigación. Les diré "algo pasa", y me quedaré tan pancho. Pero todo tiene su explicación. El tal Alberto Pérez es coautor de un libro que a lo mejor os suena. Efectivamente, del mismo libro del que son coautores Goio Iturregui y Masaru Emoto. Es bueno tener amigos.
Busqué información acerca de Sr. Pérez Roldán para ver si podía creerme las cosas que contaba. Lo más que encontré de él fue la colaboración en algunos 'Encuentros Internacionales de la Ecología del Agua' (no respaldados por autoridades científicas, por supuesto), que había coescrito el libro antes mencionado y que su laboratorio se llamaba 'ONA Investigación S.L.' situado en Binaced (Huesca) que se dedica a la 'industria de investigación, fabricación y comercialización de productos cosméticos y para la agricultura' (Boletín Oficial de la provincia de Huesca, 11/02/2007).

Alberto Pérez, contó en el reportaje que los análisis del agua que realizaba tenían como objetivo 'parametrizar' el agua y descubrir cuáles eran mejores o peores. La cosa no pintaba demasiado mal en principio. Para esa parametrización usaba una 'nueva' tecnología llamada GDV. Finalizaba su pequeña entrevista comentando que había descubierto una "relación directa entre el pH del agua, el oxígeno disuelto en el agua y la capacidad que tiene el agua de establecer un orden". Todavía no entiendo lo de la capacidad del agua de establecer un orden. Si hay un experto en el tema y me lo quiere explicar se lo agradeceré eternamente. Lo llamativo es que al mencionar los términos 'pH' y 'oxígeno disuelto' parece que tiene el beneplácito de toda la comunidad científica.


Intentando profundizar un poco más en el tema, busqué información acerca de esa nueva tecnología llamaba GDV y qué parámetros era capaz de medir. Cuando terminé de leer, mi curiosidad inicial se transformó en escepticismo, y de ahí a una sonrisa incrédula. El GDV no era más que una modernización de la fotografía Kirlian, así, como suena. GDV son las siglas de 'Gas Discharge Visualization' (Visualización por Descarga de Gases), un método para medir 'campos de energía' ideado por el ingeniero ruso Konstantin Korotkov de la Universidad Técnica Federal de San Petersburgo. Korotkov ha escrito el prólogo de un libro gratuito llamado 'Aura y Ciencia' (¡En CómicSans! :-S) de Fernando Sánchez Quintana, que puede descargarse de la página oficial del sistema GDV (gdvtec.com) y que supone que debe servir para que compres con más ganas sus aparatos, que son caros de narices, dicho sea de paso. En dicho prólogo, Korotkov define su sistema como un 'instrumento para medir auras por medio de la captura de imágenes Kirlian en el ordenador'. También menciona a Einstein sin venir a cuento, como es costumbre en todos los panfletos que quieran mostrar su aparente adhesión a la ciencia moderna para luego defender lo indefendible. La definición más espectacular la hace en otro párrafo: "...es el primer instrumento en el mundo que combina un procesamiento científico preciso y una aproximación a nivel espiritual" (¡Zas! ¡En toda la boca!). Os podéis hacer una idea de lo que viene después: filosofía oriental, chakras,... En la página oficial, uno de los programas que ofertan para el tratamiento de las imágenes tomadas se llama 'Virtual Chakra'. Imaginad eso aplicado a una muestra de agua. No estoy diciendo que las llamadas imágenes tipo 'Kirlian' (las imágenes en sí) sean un camelo. Son fotografías que se basan en el Efecto Corona y son realizadas estableciendo un voltaje elevado con una intensidad muy baja). Su forma depende de factores como la humedad, conductividad eléctrica, tensión aplicada... Pero de ahí a decir que son indicadores del estado del espíritu (sea lo que sea) o de la calidad y belleza del agua, hay un mundo (podéis mirar la imagen lateral del 'aura' kirlian de una llave, que mucha vida no creo que tenga). De todas maneras, la imágenes kirlian y su moderna reaparición es un tema que me gustaría tratar más en profundidad, más aún cuando he visto que en un congreso de la IEEE han publicado trabajos relacionados con el GDV. Tendré que informarme de todo convenientemente, aunque también reconozco que a algunos congresos puede uno mandar cosas no demasiado 'finas'.


Konstantin Korotkov y Masaru Emoto son amiguitos, por si quedaban dudas.

En definitiva, en el tiempo dedicado por Iker Jiménez en su programa a 'Las Fuentes del Corazón' se nos lanzaron teorías sin pruebas sobre el agua, queriéndolas colar como resultados científicos contrastados, aparte de volver a refrescarnos las cabezas con las ideas 'New Age' de Masaru Emoto y sus cristales inteligentes. Aunque creo que, más que lo anterior, el Sr. Jiménez pretendió vendernos un libro escrito por un par de amigos suyos. Yo haría lo mismo.

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De agua milagrosa y copos de nieve: el regreso del Dr. Emoto (II)



En el anterior post comentamos las hipótesis que Masaru Emoto tenía acerca de las habilidades del agua de formar cristales de hielo más bellos si se la sometía a música o sentimientos que fueran 'buenos' y bonitos. En definitiva, Emoto propugnaba que los pensamientos, oraciones y palabras dirigidas al agua eran responsables de la estructura particular que adquirían los cristales en su formación. ¿Qué hay de cierto en esas afirmaciones?


La cuestión principal es saber qué mecanismos influyen en la formación de hielo y qué factores físico-químicos pueden alterar su fisonomía. En este post trataremos muy por encima la formación de copos de nieve. Quién quiera saber más de este tema le recomiento el excelente review 'The Physics of snow crystals' de Kenneth G. Libbrecht, y la página personal del mismo autor, que pertenece al Laboratorio de Física 'Norman Bridge' en el Instituto Tecnológico de California (Caltech). Tiene unas bellísimas galerías de copos de nieve, y creo que conseguidos sin ponerle al agua ningún tipo de música relajante ni pegatinas amorosas (y además con agua destilada, nada de manantiales milagrosos).

La primera pregunta que debemos responder es cómo se forman los copos de nieve en la naturaleza. Como cuando estábamos en el colegio, diremos que todo empieza y termina en ese maravilloso Ciclo del Agua que todos conocemos bien. El vapor de agua contenido en la atmósfera puede llegar a condensarse en la superficie de microscópicas partículas (polvo, polen,...) creando minúsculas gotas de agua en suspensión que agrupadas darán lugar a las nubes que podemos ver. Esas pequeñas gotas de agua pueden llegar a estar a temperaturas muy bajas, a veces por debajo de la temperatura de congelación (gotas superenfriadas). Cuando una de estas gotas se congela y forma hielo, a su alrededor el vapor de agua del ambiente se va solidificando y agregando al núcleo de hielo inicial, haciendo crecer un copo de nieve.

Los cristales fabricados por Emoto no tienen ese origen. Las muestras de agua se depositaban en placas de Petri y se congelaban hasta que los cristales aparecían en la superficie de la misma, como la fina capa que se forma en fuentes y estanques en un frío día invernal. En ese caso, lo que se obtiene no es un copo único sino cientos de cristales diferentes en la superficie de la placa Petri. Cientos de cristales de los que, por supuesto, el Dr. Emoto sólo fotografió para su trabajo aquellos que le interesaban. La primera en la frente, como se dice.


Según nuestra 'escala de belleza' (incluida la de Emoto por lo visto) un cristal es más hermoso cuanto más parecido sea a la visión tradicional de un copo de nieve: con simetría hexagonal y multitud de pequeñas bifurcaciones. Cuanto más complicada sea su forma, más bello nos parece, como algunas de la imágenes de arriba. Esa típica forma hexagonal proviene en última instancia de la geometría de las moléculas de agua y de la particular estructura cristalina que forman entre ellas. En condiciones ambientales como las que se pueden encontrar en la superficie terrestre, las moléculas de hielo se agrupan formando un enrejado que recuerda a un panal de abejas por sus casillas hexagonales, como el que vemos en la imagen lateral.

Vale, pero, ¿es cierto que existen factores externos que son capaces de cambiar la estructura cristalina del hielo? Pues sí, existen. Pero tranquilos, no os asustéis. Esos factores no son ni oraciones devotas, ni palabras de amor, ni pensamientos espirituales. Las propiedades que pueden cambiar la red cristalina del hielo son tan conocidas que preguntamos por ellas a menudo: la presión y la temperatura. En la figura siguiente observamos lo que en física y teoría de materiales se llama diagrama de fases del agua. Es una representación de las distintas fases por las que puede pasar el agua (pura, en este caso) cuando variamos las dos variables antes mencionadas:





La línea amarilla representa la presión estándar atmosférica (1atm, 101300Pa). Las líneas verdes indican en que temperaturas el agua se congela (0ºC, 273K) o hierve (100ºC, 373K) a esa presión determinada. Fijémonos ahora en los números romanos de la gráfica, los de color rojo. Son las diferentes clases de hielo que podemos obtener. Tomemos como ejemplo nuestra presión atmosférica (línea amarilla) y vayamos al rango de temperaturas entre 160K (-113ºC) y 273K (0ºC). En esta zona, el hielo que obtendremos de la cristalización del agua es de tipo Ih, que tiene una red cristalina de geometría hexagonal. Por tanto, en la naturaleza, dónde la presión y temperatura son parecidas a las anteriores, los cristales de hielo que obtendremos serán de este tipo. Pero si bajamos más la temperatura (<160K) entramos en el reino del hielo-Ic, cuya estructura cristalina es cúbica, o el hielo XI que se ordena según una geometría ortorrómbica (este último es un grupo pseudohexagonal, por lo que podría formar cristales hexagonales).
Si en lugar de variar la temperatura aumentásemos la presión nos encontraríamos con grupos cúbicos (hielo-VII,X), tetragonales (hielo-III,XII)... Así hasta dieciséis tipos de hielo diferentes. Decir que aunque el grupo cristalino sea de un tipo en particular, los cristales macroscópicos que generan pueden tener geometrías distintas a la celda inicial, aunque siempre compatibles con ésta (algo parecido a montar piezas de Lego).

Pero estamos hablando de valores que, en general, no se alcanzan en la biosfera. Entonces, ¿los cristales de hielo deben tener la misma forma en las condiciones de presión y temperatura en las que solemos movernos? Pues tampoco. Ya hemos comentado que pueden formarse estructuras macroscópicas aparentemente diferentes de la celda cristalina. Y también la humedad del ambiente tiene algo que decir. El siguiente diagrama (Libbrecht) muestra los tipos de cristales que se obtienen cuando se trabaja en un rango de temperaturas y humedades no tan extremas como las de antes.



La temperatura es el factor más importante. Hay rangos de temperatura en que unas estructuras tienden a formarse más que otras (placas, columnas,...). Una humedad baja tiende a crear formas simples mientras que con una humedad alta aparecen cristales cada vez más complicados.

De este modo, que un cristal sea más bello o más elaborado no significa que el agua del que proviene sea de más calidad ni más sana, y mucho menos que su estructura haya cambiado por el buen deseo de un observador. Lo que significa es que las condiciones en las que han crecido dichos cristales han sido diferentes. Podemos fijarnos en que casi ningún copo de nieve es igual a otro, y es así debido a que cada uno de ellos ha tenido un camino de creación diferente, aunque hayan sido diferencias minúsculas.

Aquellos que todavía sigan creyendo que se pueden ordenar las moléculas del agua por unas cuantas buenas palabras y pensamientos, pueden comprar estas tazas para beber con mensajes hermosos, o una botella de agua 'geométricamente' tratada (agua estructurada coherente, la llaman) al módico precio de 30$ el bote de menos de un cuarto de litro. Que les aproveche.


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De agua milagrosa y copos de nieve: el regreso del Dr. Emoto (I)


Foto: Theodore Gray

El pasado 20 de julio se emitió en Cuatro, dentro del programa Cuarto Milenio, un reportaje de 'investigación' acerca de las propiedades del agua de algunos manantiales españoles y que llevaba el llamativo título de "Las fuentes del corazón" (una búsqueda en Youtube con este nombre nos permitirá ver el vídeo en cuestión). Creía que sólo iba a escuchar los típicos comentarios de lo milagrosas que son las aguas de San Ventano para crecer más sano o las de Fuendeverte para crecer más fuerte. Pero no. Además de todo lo anterior, Iker Jiménez y sus colaboradores quisieron poner un toque de seriedad científica al asunto que duró lo que tardó en salir un nombre a la palestra: el del Dr. Masaru Emoto.


Personalmente, aunque critico todas las trazas de pseudociencia que aparecen en los medios de comunicación, es con este tipo de temas con los que mi discurso se vuelve más vehemente, porque aparte del engaño mental y monetario a las víctimas, juegan con la baza de la salud y emiten promesas de esperanzadoras recuperaciones de enfermedades difíciles de tratar por la medicina 'ortodoxa'. Y con el tema del agua el tratamiento por parte de estos 'investigadores' es francamente curioso: desde las teorías sensibles del Dr. Emoto (que veremos en este post) hasta las prodigiosas ideas de la memoria del agua, una de las bases de la homeopatía (tema que trataré en un futuro). En esta serie de artículos (decidí separarlos ya que me parecía excesivo para uno sólo) comentaremos las teorías y experimentos del Masaru Emoto y el reportaje anteriormente citado. Pero, ¿quién es el tal Dr. Emoto y qué demonios ha hecho para que le dé tanta coba?
Masaru Emoto es un graduado en Relaciones Internacionales (sí, así es) por la Universidad de Yokohama. Fascinado por el mundo de la salud y el cuerpo humano consiguió el título de Medicina Alternativa (?) en la Open International University en Sri Lanka, un ente que da sus títulos por correo, como el CCC. El título de doctor se lo dieron en el mismo organismo gracias a su Tesis "Relación entre 108 cargas emocionales y 108 elementos químicos" (¡108, 108, Execute! Oh, creo que tengo que dejar de ver la serie Lost :-P). El nombre de Emoto adquirió notoriedad tras la aparición de su autopublicado primer libro "El mensaje secreto del agua" en 2001 y fue conocido por el gran público a raíz del 'documental' de fondo pseudocientífico "¿Y tú qué sabes?" estrenado en 2004, del que quizás hable en otro momento ya que mezcla física moderna y misticismo e intenta asignar un trasfondo científico a algo que no lo tiene.

En un principio, las hipótesis de Emoto iban encaminadas a demostrar las aparentes diferencias que existían entre las aguas de mayor calidad y las que no lo eran tanto, algo que a primera vista no parece descabellado. La gracia viene cuando se añaden unas cuantas ideas peregrinas a su tesis para acercarla más acorde a la 'Medicina New Age' que tan buenos resultados estaba dando muchos de sus compañeros. La teoría final de Emoto sugiere que el agua no sólo tiene propiedades químico-físicas habituales (pH, sales,...), medibles en cualquier laboratorio, sino que además posee la cualidad de cambiar su estructura molecular (?) y también algunas de esas propiedades por la acción de estímulos externos. Citando textualmente al propio Emoto: 'las moléculas de agua son afectadas por palabras, pensamientos y sentimientos'. ¿Hay alguna manera de demostrar eso? Según Masaru Emoto sí: congelando el agua mientras se expone a esos estímulos y observando como de 'hermosos' (sic) son los cristales de hielo resultantes (empezamos bien). Lo mejor de todo era la clase de estímulos a los que sometía al agua. Música de diversos estilos y...¡etiquetas con palabras pegadas a los recipientes!
Para llevar a cabo los experimentos, las muestras de agua que se querían analizar se repartían entre cien placas de Petri para después congelarlas a -25ºC durante tres horas. Los resultados de los experimentos de Emoto, cómo cabría esperar, fueron 'sorprendentes'. Para Emoto y sus pupilos, al hacer cristalizar el agua con música de Beethoven la estructura de hielo era bella y proporcionada, mientras que si la música de ambiente era rock o heavy (¿por qué la culpa de todo es del rock :-D?) los cristales tenían dificultad al formarse o simplemente eran deformes y feos (así hemos salido algunos, si lo llego a saber...).


Ejemplos de cristalización de hielo bajo diversos estímulos (según Emoto).

Algo parecido sucedía (siempre según Emoto) cuando se colocaban palabras de diversos significados en los recipientes. Palabras hermosas (amor, gracias...) daban cristales hermosos. Y al contrario, palabras de significado negativo (odio, satán...) provocaban cristales horrendos. Algunas imágenes se nos muestran en el vídeo anterior recopilado por algún seguidor de Masaru Emoto.

Lo mejor de todo viene cuando conocemos cómo se han hecho los experimentos y se han analizado los resultados. Lo que el Dr. Emoto no nos dice es que las imágenes que muestra en sus libros son sólo aquellas que confirman su tesis, mientras que otras (en las que no obtiene los resultados acordes a su idea primigenia) son desechadas sin ninguna impunidad y relegadas al rango de errores en la medición. Para terminar de arreglarlo, Emoto desconoce cual es el motivo de la realización en cualquier trabajo de Ciencia de los análisis de doble ciego, que no es otro de evitar que los prejuicios del investigador contaminen de algún modo los resultados. Muy al contrario, Emoto afirma que el fotógrafo o quién quiera que esté midiendo tiene que ser de buen corazón y creer en el poder del agua para que los resultados salgan bien (¡y olé!). ¿Pero es que este hombre no sabe lo que es trabajar según el Método Científico? No sólo no lo sabe sino que además tiene la desfachatez de vanagloriarse de ello. Valgan como prueba estas declaraciones suyas:

'Afortunadamente, empecé a trabajar sin ninguna base científica moderna. No conozco el límite que me detenga a la hora de investigar en algunos campos...'

Paradójicamente, mientras Emoto usa el método científico para iniciar la investigación (cuando observa un hecho, formula una hipótesis, y realiza un experimento para demostrar su veracidad), falla cuando deja de tener en cuenta la influencia del investigador en las medidas. Es decir, se queda con la parte del pastel que más le gusta. Por supuesto, ningún otro grupo investigador ha sido capaz de replicar los resultados del Dr. Emoto. La respuesta del mismo doctor no podía ser otra que la de 'es que los investigadores no creían en lo que hacían'. Perfecto.

Para acabar este primer post os recomendaría que visitáseis la página personal de Emoto, y sobre todo la parte de respuesta a mensajes de sus seguidores. Algunos no tienen desperdicio y se puede uno echar unas risas. Aunque más que risa, algunos mensajes de respuesta habría que denunciarlos por inconscientes. Como ejemplo, valga el que cito a continuación en el que una mujer pide consejo acerca de un par de 'tipos de agua' para sus hijos:

[Pregunta] Sra. ---- ----, Australia, 41 años, Educadora infantil
¿Cuál es la diferencia entre el agua destilada y el agua desmineralizada que se compra en el supermercado? ¿Cuál debemos beber? ¿Son iguales? ¿Debo darles a mis hijos alguna de ellas?
Compré una botella de agua desmineralizada que decía: desionizada, para uso en planchas, baterías, radiadores de automóviles, revelado de fotos, riego de plantas, etc., no está indicada para consumo humano o uso médico.
Me encanta su libro, Masaru, felicidad infinita para usted, -- x

[Respuesta]
Elegiría agua destilada, ya que el agua destilada lo absorbe todo, tal como un niño inocente que tiene un corazón puro. Es por ello que creo que el agua destilada sería mejor, asumiendo que dirige al agua varios deseos y oraciones.<>


Creo que no necesita muchos comentarios. Sólo espero que esta pobre mujer no tenga muchos niños a su cargo, o que a estos les guste más la Coca-Cola que el agua., por que si no...

En el siguiente artículo trataremos algunos aspectos físicos de la creación de cristales de hielo, para ver si puede haber algo de verdad en las teorías de Emoto.

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