El viaje más largo jamás contado (o ¿Qué más puede pasar?)



Pocas veces en la vida de una persona se dan las casualidades necesarias para considerar una vivencia personal como digna de una película o algo increíblemente increíble. Ahora puedo decir que tengo una de esas. Juzguen ustedes si llevo razón observando los hechos que acaecieron sobre mi persona hace poco tiempo, en un trayecto que me llevaría a conocer los misterios más oscuros del transporte aéreo.


Nota 1: Todos los acontecimientos aquí relatados son completamente ciertos, aunque parezcan extremadamente extraños.
Nota 2: En esta historia aparecerán tres compañías aéreas de las cuales deseo mantener sus nombres en el anonimato ya que hay una reclamación de por medio. A efectos prácticos las llamaremos Lefatensa, AirGabache y Avionot (esta última es rusa).

Día 29 de enero de 2010 – “Prometedores comienzos”
11:30h – Facultad de Ciencias. Recibo una llamaba de Alla, que está en Rusia. Me dice que tiene unos días de vacaciones entre febrero y marzo para elegir y que si quiero ir a verla. Mientras se me ilumina la cara y caen lágrimas de mis mejillas le digo que elija el final de febrero y principios de marzo, así aprovecho más. En cuanto los elige busco billete de avión, por si se acaban y me toca llorar como la Zarzamora. Compro mi billete con Lefatensa, Madrid-Munich y Munich-San Petersburgo del 25 de febrero al 7 de marzo. Soy feliz. Hablo con Alla y me dice que soy tonto por no haber cogido un vuelo directo de una compañía rusa. Qué más dará.

Día 5 de febrero de 2010
12:00h – Tengo que sacar el visado para Rusia. Tengo experiencia. Tengo papeles preparados, un correo certificado y dinero para el pago (lo realmente importante es esto último). Reservo el billete de autobús Granada-Madrid con tiempo de antelación para recoger el visado e ir tranquilito. Claro, salgo a las 12:20 del día 25 desde Madrid. Nada, autobús de las 1:30 de la mañana y duermo en el trayecto. Me encanta cuando los planes salen bien.

Día 22 de febrero de 2010, lunes – “El inicio del caos”
11:00h – Estoy nervioso porque se acerca el inicio del viaje. Qué ilu, jo. Abro el ’20 minutos’ para ver quien insulta a Fernando Alonso y alguna que otra noticia del tipo ‘gato con tres patas abre harem multirracial”. Encuentro noticia que me deja ojiplático: huelga de pilotos de Lefatensa hace peligrar vuelos. Non me jodas carallo. Miro los vuelos suspendidos. Premio para el caballero. Munich-San Petersburgo se ha ido de Champions y me ha dejado el culete al aire.
11:35h – Llamo a la compañía. Todas las líneas están ocupadas.
11:40h – Llamo a la compañía. Todas las líneas están ocupadas.
11:45h – Llamo a la compañía. Todas las líneas están ocupadas.
12:00h – Llamo a la compañía. Todas las líneas están ocupadas.
13:00h – Llamo a la compañía. Alguien lo coje. Me asusto un poco porque no me lo esperaba. Oye mira, que qué pasa. Pues que te quedas en casa, te doy el dinero y todo. No, no, búscame algo. A ver, tengo un vuelo de AirGabache que ni la falda de Lola Flores, tú. Venga vale. ¿Cuándo salgo? El 26. ¿El 26? Sí, el 26. ¿Ha dicho el 26? Sí, el 26. Un 2 y un 6, ¿no? Que síiiiiiii.
14:00h – Me llega el correo de confirmación de reserva para el día 25. Me acuerdo de la familia entera del bastardo que me atendió anteriormente.
16:00h – Cambio los billetes de bus. Salgo un día antes y me quedo en Madrid en casa de mi amiga Cristina.

Día 23 de febrero de 2010, martes
12:00h – Problema: no hay tiempo material para recoger el visado. Pablo me intimida con su dedo afirmando que él ya lo tendría todo atado. Además de quitarle la casa a Cristina le robo parte de su tiempo para que lo recoja ella. Al visado, no a Pablo.
14:00h – Me doy cuenta de que me voy mañana. Me agobio
16:00h – Preparo abrigos para el frío ruso. El otro día 27 bajo cero. Olé.
00:00h – Me acuesto pero no duermo mucho. Primeras horas de sueño perdidas.

Día 24 de febrero de 2010, miércoles
11:00h – Me llama Edu para preguntarme cómo se baja ‘Lost’. Me da envidia y lo bajo yo también. En algún momento lo vería.
16:00h – Camino Soria. Digoo, Madrid.
18:30h – Parada en Almuradiel. Hace un frío que hace temblar las hojas que ya no existen. Pienso que si en La Mancha tengo frío, en Rusia voy a sudar cubitos de hielo.
19:00h – Le digo a Cristina que llego a las 20:00h.
20:00h – Cristina me llama. Estoy alelao, llego a la 21h no a las 20h. Cristina me consuela diciendo que no soy único, que MariCarmen está en Madrid en un hostal para el cual tenía una reserva hecha… para el mes siguiente. Físicos. Somos así.
22:10h – Cristina me dice ahora que hay huelga de controladores en el aeropuerto Charles de Gaulle parisino. Tengo una sensación de acojone inmensa y una impresión de que me la van a meter doblada. Miro en Internet y todo está bien. Salimos de tapas por Madrid. No quiero liarme mucho. Pero hay buen rollo y al final nos recogemos a las 2 de la mañana y con ganas de más.

Día 25 de febrero de 2010, jueves – “Camino al infierno”
2:40h – Me acuesto. Dentro de dos horas de pie. Segunda tanda de horas de sueño perdidas.
5:00h – Arriba. Bajo y cojo un taxi. Un tío de Huelva de conductor y yo al lado. Conversación asegurada y risas madrugadoras.
6:00h – He facturado y espero el embarque. Todo en hora. Salimos a las 7:15. Qué bien huelen las flores del campo.
7:15h – Estamos todos dentro del avión. El azafato tiene una sonrisa demasiado falsa. Si tuviera que apostar por uno que me la quiere meter doblada sería por él.
7:30h – El azafato ha cogido un descuido y lo ha hecho. Mi mente está densa y sólo acierta a entender ‘huelga’ y ‘retraso’. Uno las dos palabras en la oración ‘esos retrasados de la huelga’ pero creo que no se refería a eso.
8:00h – Parece que se mueve el avión. Falsa alarma. Son mis piernas que tienen vida propia.
8:10h – Ahora salimos. En el fondo estoy tranquilo, el vuelo París-San Petersburgo es a las 10:05h y seguro que tienen el mismo retraso que el de Madrid.
10:25h – Llego a París. El retraso lo que tenía el cabrón que hizo salir a su hora el avión a San Petersburgo.
10:30h – Voy al mostrador de AirGabache. Dicen que tengo un vuelo a las 13h pero que lo haga en otra Terminal que en esta no quieren (sic).
10:45h – Voy a la Terminal que me han dicho. Una señorita igual que la madre de Carlton en el Príncipe de Bel Air me dice que en el vuelo de las 13h no, que no se puede. No se, algo habré hecho.
11:05h – Me ha buscado un vuelo guay, dice. Te vas a ir a Moscú. Y luego para San Petersburgo tomas este avión de Avionot. Me da una tarjeta de embarque para Moscú a las 16h y un papelito escrito a mano con el número de vuelo del avión en Moscú. Ni Terminal, ni puerta de embarque, nada. Le pregunto que si se trata de una gymkhana para averiguar de dónde sale el avión o algo. Por mi cara de pena me da un ticket para un sándwich y un refresco. Creo que es el premio de consolación de la gymkhana. Llamo a Alla y me dice que soy tonto y que me lo merezco. No, si ya verás que me deja por esto.
12:00h – Doy vueltas por el aeropuerto. Es grande del copón. Pero estoy decepcionado: no he visto la torre Eiffel por ningún lado. Seguro que también está de huelga.
12:20h - Me doy cuenta de que no le he preguntado acerca de mi equipaje. Vuelvo al mostrador. Me pregunta que si Moscú y San Petersburgo están en el mismo país. Cada vez estoy más seguro de que se trata de un concurso chorra y en cualquier momento me van a decir que diga una serie de cuatro letras o el nombre de un animal de pelo corto.
12:25h - Menos mal que he preguntado. Ahora me dice que tengo que volver a coger mi equipaje y volver a facturar en Moscú en el vuelo de las 23:05
13:00h – Me como el cupón sorpresa. Bueno, lo canjeo y luego me como lo que me dan.
13:20h - Me dan ardores.
14:00h – Me pongo a ver el último capítulo de Lost. ¡Ostias! ¡Un faro! ¿Y por qué Claire tiene más mala leche que el vietnamita de Desaparecido en Combate III? .
16:00h – A esta hora debería estar en San Petersburgo. Pero bueno, llegaré a media noche.
16:35h – Hora oficial de embarque. Pasa una mata de hierba rodante como en las pelis del oeste. Parece que lo vamos a conseguir.
17:00h – Ya no me sorprende nada. Media hora de retraso.

--- Cambio de hora GMT+3 ---

22:00h – Llegamos a Moscú.
22:15h – Control de pasaportes.
22:25h – Recojo mi equipaje (idea fabulosa de esta gente para ganar tiempo). Queda apenas media hora para que salga el otro vuelo y tengo que facturar y embarcar. Salgo a la Terminal y busco el logo de Avionot en algún lado para preguntarles qué hacer. No hay nada. Mi cara de despiste momentáneo fue olido por hordas de taxistas queriéndote enseñar hasta el antojo de nacimiento de Lenin.
22:30h – Ventanilla de información general del aeropuerto. La única abierta. Pregunta 1: ¿Qué hago con esto? Respuesta 1: ¿Dónde vas? ¿San Petersburgo? Eso es Terminal D, vuelos interiores. Pregunta 2: ¿Y dónde está la Terminal D? Respuesta 2: A un par de kilómetros. Puedo oír en mi cabeza el sonido de la nieve afuera y de los 10 grados bajo cero.
22:35h – El autobús tarda un rato en salir. Lo intento con los taxistas. Tarifa mínima oficial 50€. Le pregunto si por ese precio incluye el completo o sólo francés, pero no me ha entendido. Le digo que sólo tengo 10€ que soy estudiante y que pillé la sífilis en Damasco. Dice que por 20 me lleva a la Luna, tontorrón. No puedo resistirme al poder del amor y a la enorme prisa que llevo y acepto.
22:45h – Llego a la Terminal D con la sensación de haber sido estafado. El tipo con el que acordé el precio me deja con otro y éste con otro que es el que conduce, que es clavado a D. Gerardo Pardo pero en ruso. No entiende una sola palabra de lo que hablo. Le pregunté si estaba muy lejos y me respondió: sí, sí, asintiendo con la cabeza. A la pregunta de si estaba cerca respondió también: sí, sí. Esa seguridad en el tipo que conducía me dejó mucho más tranquilo.
22:48h – Me acerco al mostrador de embarque y le enseño el simulacro de tarjeta que me había escrito mi amiga la de París. Subo la maleta a la cinta portaequipajes. La chica dice que la baje que ese vuelo ya ha cerrado el embarque y que además es en otra Terminal.
22:50h – Creo que la señorita se ha dado cuenta de que la vena de mi cuello ha empezado a engordar y el tic que se ha inicia en mi ojo izquierdo y me ha mandado a hablar con el departamento de venta de billetes. Intento recordar si llevo una escopeta en la mochila. No, no llevo ninguna. Una lástima. La imagen de Michael Douglas en 'Un día de furia' se va de mi mente.
22:53h – Les propongo un cambio de billete para el próximo avión de su compañía que salga desde esa Terminal para no tener que dar vueltas otra vez. La Sra. Doubtfire me dice que sí, que le de el ticket de compra o la tarjeta de embarque. Yo me río para mis adentros y le enseño mi cromo francés. Después se ríe ella. Eso no le sirve. Quiere el ticket. Yo le digo que tengo que estar en los ordenadores, que busque por la ‘p’ de ‘pringao’ que seguro que aparezco. Nada, que no quieren.
22:55h – Vale, llego a la conclusión de que la única solución es comprar un nuevo billete. De perdidos al río for the power of love. Venga toma la tarjeta Oro y un billete a San Petersburgo en el próximo vuelo. Doña Croqueta me confirma lo que acabo de comprar: un billete para el avión de las 6:45h. Todos los vuelos nocturnos están cerrados ya. Gracias a la vida, que me ha dado tanto. A la mujer parece que le he dado pena con mi cara del gato de Shrek y me ha buscado un billete barato.
23:10h – Llamo a Alla. No me ha dicho tonto. Me deja fijo.
23:45h – Me preparo para pasar la noche en el aeropuerto moscovita. Tercera tanda de horas de sueño perdidas. Al lado se sienta un chaval al que también se le ha escapado el avión a San Petersburgo. Sabe algunas palabras de inglés e iniciamos una conversación. Criticamos a las compañías aéreas durante un rato. Los males compartidos sientan mejor con una cerveza en la mano.

Día 26 de febrero de 2010, viernes
00:30h – Sasha (así se llama mi eventual compañero de viaje) pone una sonrisa picarona y me mira cada vez que pasan por delante un grupo de azafatas rusas. Acabo de encontrar al espécimen de Clemente local. Dijo algo en su idioma que yo traduje como ‘no puedo beber, no puedo beber’ por antropología comparada. Intenté darle la réplica a lo Pino con algo como: ‘no, que son feas, déjalo’. Pero la verdad es que no eran nada feas y le tuve que dar la razón unas cuantas veces.
1:50h – Mi amigo se va a fumar y sale a la calle en camiseta. Con dos gónadas enormes. Es la última vez que lo vi antes del embarque. Una señora me mira desde la distancia de tres filas de asientos. Me toco en todo el cuerpo por si tengo algo extraño o fuera de lugar que pueda llamar su atención. La señora mira con más interés. Creo que no ha sido buena idea el tocarse tanto.
2:30h – Un encargado de la limpieza encima de una enorme máquina está pasando cada vez más cerca. Le veo que empieza a mirarme raro. No le molesto, estoy bien.
2:35h – El de la máquina hace una aproximación repentina al lugar donde estoy y gira en el último instante. Vuelve la cabeza para que sepa que me vigila y que me tiene controlado. Ahora es cuestión personal.
2:45h – Mierda. El limpiador ha aprovechado un descuido mientras yo escribía estas líneas en mi asiento y ha metido la máquina en un hueco entre mi maleta y la pared. Mientras intento sacar el equipaje le lanzo una mirada de odio. El responde con un fugaz lanzamiento estrábico de ojos. Mi lucidez en estos momentos no es muy buena pero creo que este tipo es un psicópata y me ha elegido como víctima.
3:05h – Voy al servicio de la planta de abajo. Al salir oigo un ruido. ¡Dios, la máquina! Me sentía como el protagonista del ‘Diablo sobre ruedas’ de Spielberg. En un momento de descuido cogí el ascensor y lo abandoné en las profundidades.
4:20h – Paso el control de seguridad. Este control si que es chulo. La mochila al detector sin sacar nada y tú a pasar. Si te pita el cacharro no pasa nada, a lo mejor es que has comido mucho hierro.
4:45h – Intento no dormirme. Si echo una cabezada seguro que pierdo el vuelo. Me pongo a jugar al Indiana Jones and the Fate of Atlantis.
6:20h – Termino el Indiana Jones and the Fate of Atlantis. Afortunadamente el embarque ya está abierto y subo al avión.
7:50h – Llego al aeropuerto de San Petersburgo donde está Alla esperándome. Afortunadamente, esta Odisea de viaje ha llegado a su fin, y espero que me aguarden unos días inolvidables en la ciudad de los zares.

3 comentarios:

ale dijo...

la leche! qué comienzo más emocionante ¿cuándo continúa?

Diego dijo...

¡Vaya Odisea Pepe! Sólo espero que en Rusia lo hayas pasado en grande. Un abrazo.

Pepe dijo...

Pues la verdad es que no pensaba en realizar una segunda parte, lo que viene es más normalito. Y sí, la verdad es que el periplo valió la pena, además aquello está precioso en invierno con la nieve. De hecho la foto que ilustra este post es de allí. Un abrazo a todos.

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